El hotel ocupa una parte de un edificio señorial. No obstante, tiene una entrada independiente por la Planta Baja lo que lo hace totalmente independiente del resto de la propiedad.
Es un hotel familiar que se destaca por el trato de sus dueños, la ubicación y la limpieza general. Las habitaciones son grandes -al menos la que me tocó a mí- pero tienen un mobiliario que retasa unos 25 años. No obstante, no es algo tan trascendente en un Hotel de 3 estrellas.
Está sobre el Río Arno y caminando unos 500 a 600 metros ya se está en el Ponte Vecchio. A menos de 200 metros del Hotel está la Plaza e iglesia de Santa Croce y desde ahí se puede seguir caminando por todo el centro antiguo de Florencia.
A unos 250 metros del hotel hacia el Puente Vecchio hay un puente intermedio. En la calle que desemboca en ese puente hay una buena variedad de pizzerías, restaurantes y heladerías para la noche. Y en la zona hay también varios minimercados y tabaquerías.
En esa calle recomiendo especialmente tomar un helado en la Heladería La Carraia 2. No se van a olvidar. Es decir, de noche si uno ya está cansado no necesita andar demasiado para tener buenas opciones en los alrededores.
El desayuno del hotel -considerando que es un 3 estrellas- es muy bueno. En especial la calidad de las cosas que sirven, si bien la variedad no es tanta.
Recomendaría este hotel sin dudas y volvería también. Si alguien quiere estar a 100 metros del Ponte Vecchio este no es el lugar. No obstante la ubicación es excelente y hasta mejor que en el medio de todo el amontonamiento del corazón de la parte antigua. Excelente opción.