Un hotel muy confortable, familiar, cerca de la estación del tren y a un paso del centro. Desayuno bastante completo, dueños muy serviciales. En la habitación no había heladera ni calentador de agua, pero yo les entregaba el termo y ellos no tenían ningún problema en proporcionarme el agua. Otra cosa positiva es la abundancia de toallas; en muchos hoteles las escatiman. Además, fueron tan pero tan amables que hasta pusieron a mi disposición los alimentos que tenían para el desayuno, ya que a la hora que yo volvía del paseo nunca estaba abierto el supermercado. También se ofrecieron a llevarme con el auto a la estación de trenes, cosa que realmente era innecesaria porque podía ir perfectamente caminando. También me dieron excelentes consejos para aprovechar de la mejor manera posible los tres días que estuve. Muchísimas gracias a Sara y a ese muchacho tan amable que estaba a la tarde.Nunca los olvideré!!!Más
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