La verdad es que tienen una pizza que no encuentras en muchos sitios de Italia y buena cerveza. Hablan italiano, inglés y hay un español trabajando también, lo que es un alivio en una ciudad donde pocos hablan un idioma que no sea chino. La dueña es muy agradable y su marido, italiano, es el cocinero. Aunque un poco caro -una pizza por persona y una cerveza con chupito de limonchelo al final nos costó 30 euros por personas-, un buen sitio para comida italiana.
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