Esta pequeña sinagoga fue traída de Italia, completa, tras la II Guerra Mundial, y reconstruida aquí en Jerusalén, donde sirve a la comunidad judeoitaliana. Es muy bonita de visitar, y el museo que la acompaña expone muchos objetos valiosos, curiosos y bien explicados, algunos preciosos, que nos llevan a través de la historia de los judíos de Italia.
El verdadero regalo para nosotros, sin embargo, fue encontrarnos con Raúl, que nos atendió a la entrada y que nos habló en español. De manera espontánea nos acompañó por las salas del museo y a petición nuestra nos terminó enseñando todos sus rincones y dándonos unas explicaciones interesantísimas. Lo que habíamos previsto como un alto en el camino de veinte minutos se convirtió en hora y media de visita. Ha sido una de las cosas más bonitas y memorables que hemos hecho en Jerusalén.
A cualquiera que esté interesado en la historia y la cultura hebreas le recomiendo que visite esta pequeña joya escondida y que le pregunte todas las dudas a su guía, que habla al menos ocho idiomas y que es una persona muy gentil, enormemente instruida y con gran sentido del humor.
Gracias Raúl por el tiempo que nos dedicaste y por ayudarnos a entender mejor el país, su pueblo y su cultura. Un abrazo también de los chicos... ¡les encantó el enigma del cofre!