Pensar que está en pleno centro, cerca de una de las estaciones de metro más concurrida, al lado de una imponente y antiquísima iglesia, pero pasa tan inadvertida. Por cosas de la vida me topé con esta calle, me llamó la atención sus edificaciones, sus adoquines, y comencé a recorrerla hasta llegar al n° 38. Entré y se me pasaban mil imágenes por la cabeza, es un tesoro nacional. Me atrapó, solo al salir me di cuenta que habían pasado más de dos horas. Entrada gratuita con colaboración. Me quedé pegado en los testimonios que pueden escucharse desde computadores.