Me encantó la casa amarilla. Me dieron la habitación con vistas al puerto (no había mucha vista, pero de todas formas la habitación era bonita. No podía creer que el taxista sabía dónde iba cuando nos dirigimos por la calle de tierra, pero allí estaba. Boris déjame en y me hizo una taza de café y pasamos 20 minutos ir más de un mapa conmigo y me dice dónde ir y dónde no. explicó, asimismo los buses y tranvías y collectivos, no significa feat. no creo que me he sentido tanto como yo tenía un anfitrión en vez de un propietario.
Hay un par de pegas a la casa amarilla. Si me alojé allí me darían una habitación arriba. Mi habitación estaba cerca de la cocina. Algunos de los huéspedes hicieron su propia cena y me sentí como espionaje en una fiesta privada (eso es código para mí estar malhumorados por no poder tomar una siesta o concentrarse en mi opinión por el ruido.) El otro inconveniente es la ubicación. no Me avisaron que subir la colina después del anochecer. El tranvía cierran a las 10:30. chilenos la mayoría no cenar hasta las 9. hagan sus cálculos, tuve que bullicio (o comer, o tomar un taxi) para ser salvos casa en el tiempo. La buena noticia es que el restaurante más cercano, Cuarto Vientos, cuando está abierto, que no es cada noche, es fabuloso. Además, había perros ladrando fuera de mi ventana en el medio de la noche. Pero me pasé 3 semanas en Chile y tan cerca como te puedo decir, hay perros ladrando en todas partes de Chile.
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