Somos una familia con 3 niños y haber elegido este lugar para terminar nuestras vacaciones fue la mejor decisión. Está estratégicamente ubicada, cercano al balneario de cascada, el volcán, a una playa hermosa y entre Puerto Octay y Ensenada. Ema y Marcelo, sus dueños, están atentos en todo momento a que te sientas cómodo y contento, son acogedores y súper buenos guías para disfrutar la zona. El desayuno es realmente rico y contundente. Volveremos
Cuando comenzamos nuestro viaje al sur, tomamos la decisión de hospedarnos aquí y fué la mejor decisión que tomamos! Marcelo y Ema son demasiado amables y dedicados en su trabajo, siempre dispuestos a ayudarnos en lo que necesitamos y orientarnos en actividades que podríamos hacer como familia. El lugar se encuentra cerca de "Las cascadas" en dónde puedes comer y ver la hermosa cascada. Nosotros nos contactamos directamente con ellos y el valor por persona sale $22.000, cuenta con desayuno. Las camas son súper cómodas, la vista es increíble, tienen entrada para minusválidos, hablan inglés, el lugar es demasiado rústico (data del año 1870 aprox). Como familia quisimos recorrer al rededor del lago Llanquihue y sus actividades, y desde la Posada nos fué posible realizar todo son problema. Lo recomiendo y me volvería a quedar ahí! Además el desayuno es increíble!!! …
La habitación era grande y con baño privado, todo muy limpio. Hay wifi. Ema y Marcelo fueron muy amables y super buena onda. El desayuno muy rico y abundante. El lugar tranquilo, sin duda nos volveríamos a quedar ahí.
Casa de campo antigua, bien mantenida y atendida por sus dueños. Todo de madera, limpia y acogedora. Los baños son algo rústicos pero funcionan bien. La comida de Emma es muy buena, el desayuno también. Haría falta algo de mantenimiento en el exterior de madera (pintura) y al jardín y el cerco, pero realmente es un buen lugar para parar
Fuimos a esta "posada" (hostería) la verdad que con poca fe. Sin embargo, al llegar nos encontramos con una muy linda casona en estilo antiguo llena de historia. Habitaciones acogedoras, limpias y, ad hoc al estilo de la casona, antiguas pero bien mantenidas. El desayuno es rico sin ser extremo especial (pan y wafles hechos en casa, mermeladas y quesos de la zona). La atención es muy amable y acogedora; sin duda los recomendaría siempre que tengan en mente ese tipo de alojamientos.
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