Tuvimos una muy buena experiencia en este hostal. La decoración es muy bonita, llena de detalles, la vista a la bahía espectacular. Está bien ubicado, a unos 15 minutos del centro caminando. El personal muy amable también. El único punto bajo es que a ratos tenían demasiado calefaccionado, por lo que pasamos calor en la habitación. Lo demás todo bien, muy recomendable!
Es un lugar bonito y bien mantenido. Los espacios comunes, sobretodo el estar de la chimenea muy agradable. Las piezas no son grandes, pero son cómodas y están impecables. Nos quedamos en una con vista a la calle, habríamos preferido con terraza pero no tenía disponibilidad. Esa es la mejor habitación del lugar. El desayuno es rico y suficiente (queso, huevos revueltos, mermelada, yogurth, avena y frutas), se sirve en un lugar con mucha luz y vista al río, lo que es muy agradable y el personal es muy atento y amable. Relativamente cerca del centro, como 15 minutos a pie, es muy fácil movilizarse aunque vayas a pie. Tiene cerca en la misma calle, un par de restaurantes buenos y típicos. No tiene televisores (si wifi) lo que da una sensación de desconexion. Habían parejas, personal viajando solas y también familias, todos parecían cómodos y alegres. Una muy buena relación calidad - precio. …
Estuvimos unos días en lugar especial, un lindo Palafito remodelado en Castro. La atención muy buena y el lugar es muy acogedor, sencillo, limpio y cómodo. Nos sentimos muy en casa los ratos q estuvimos. Las vistas muy lindas a la bahía, vimos cisnes de cuello negro con sus polluelos y un Martin pescador, cuando estábamos sentados mirando, se ve como la marea sube y baja claramente, dan ganas de quedarse en la terraza mirando el paisaje. La habitación muy simple, limpia y linda. Fue un buen descubrimiento seguro q volveremos!!
A veces te encuentras con lugares elegantes, finos, inusuales, sofisticados, con la mejor vista, con la mejor comida o las mejores camas y "amenities" y cachureos, pero si el servicio no es remarcable, pasa a ser sólo eso, un lugar bonito y rico. En el Palafito Waiwén nos trataron con una delicadeza única, con sublime dedicación y amabilidad teniendo en cuenta infinitos - y màs allà- detalles (inclusive atentos de que yo llegué medio mal de salud al palafito). Además de ser atentos y genuinamente amables, risueños y felices, en ningún momento dejaron de ser auténticos y sinceros, cosa que una hecha de menos en la vida en general cuando vives lejos de los sures, la Selma, Pablo, Karen y el simpatiquisimo Guillermo inundan 24/7 y a turnos esta casa de su vibra amable y calurosa, tierna y honesta, con una sonrisa que les sale del contre mismo. Asi es que hace la gente que simplemente es feliz porque lo tiene todo: compañerismo, una pega, abundante agua y una vista hermosa. Creo que se me olvida una chica que hacia desayuno, no me acuerdo bien si se llamaba Sandra o no, pero siempre me voy a acordar de sus pancitos hechos ahi mismo y de sus huevos revueltos. Dan ganas de quedarse en la isla, desde ya juntando las chauchas para volver…
Me fui muy feliz y contenta con mi estadía en este hostal. La gente muy amable al atender, camas muy cómodas, ricos desayunos, hermosa vista y buena ubicación. En un principio me preocupaba mucho el tener que estacionar el auto en la calle (ya que no tienen estacionamiento privado), pero el barrio es tan tranquilo que en 3 días no ocurrió nada jajajaja me voy feliz y grata de la gente que conocí ❤️🌈
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