Aigues-Mortes, una ciudad amurallada medieval sólidamente fortificada que prosperó gracias a su puerto, cuenta hoy en día con las enormes Salins-du-Midi, las salinas que producen la mitad de la producción de sal de toda Francia. Puedes pasear por las murallas para obtener unas grandes vistas de las minas salinas, relajarte en la preciosa plaza mayor… Si prefieres algo de naturaleza, puedes hacer una visita guiada para conocer la fauna y flora de Camargue.

Los viajeros visitan la ciudad portuaria de Marsella, la tercera ciudad más grande de Francia, por su combinación de estilo e historia. La bahía, flanqueada por el fuerte de Saint Nicolas y el fuerte de Saint Jean alberga el Castillo de If, del famoso Conde de Montecristo. Observadas desde la basílica Notre-Dame-de-la-Garde, las zonas peatonales y las áreas de compras de la ciudad (incluido el colorido barrio francoafricano) se mezclan con los lugares históricos. Los viajeros que buscan diversión van a OK Corral, un parque de diversiones temático de vaqueros.

Tierra de sirenas. Tierra de naranjos y limoneros. Tierra de colores. Esta pequeña localidad de Campania recibe infinidad de apelativos sugerentes y es famosa por sus acantilados, sus calles empinadas y sus vistas a las aguas azulísimas de Ischia, Capri y la bahía de Nápoles. Es, además, la cuna del limoncello y ofrece estupendos restaurantes, excursiones en barco y zonas para practicar la pesca y el submarinismo. Además, la península está atravesada por caminos ideales para el senderismo. Si las cuestas le intimidan, alquile un coche o coja un taxi.

La isla de Naxos, un punto blanco en las turquesas aguas del mar Egeo, conforma una mezcla única de ruinas antiguas y cultura de playa. En Naxos, la más grande de las islas Cícladas, es donde pasó su infancia nada más y nada menos que Zeus, rey de los dioses. Al llegar, sube por un cauce a Palatia, donde se encuentra Portara, una entrada de piedra a un templo antiguo que ya no existe y es el símbolo de la isla. Al ponerse el sol las vistas de la isla con el mar detrás son impresionantes.

Conocida como el vecino duro de Nueva York, con un gran aeropuerto internacional, Newark es un destino por sí mismo. La ciudad se está revitalizando y tiene sus propias atracciones, incluidos varios parques grandes, galerías de arte y edificios arquitectónicamente significativos. El Museo Newark es un complejo de exposiciones de arte y ciencia, un minizoo, un planetario y mucho más. Las obras de baile, música y teatro tienen lugar en locales como el Centro de artes escénicas de Nueva Jersey, así como el Salón Sinfónico de Newark.

El territorio holandés de Pensilvania es un destino fascinante que debe ser explorado. Los visitantes se harán una idea de lo que suponía vivir en una granja a principios del siglo XIX. En los mercados y granjas podrá comprar productos frescos y su delicioso pastel típico (shoofly pie), así como edredones y colchas hechos a mano. Wheatland, la elegante casa del presidente James Buchanan, no tiene menos historia, pero contrasta claramente con el legado más simple de la Pensilvania holandesa de Lancaster. Si lo desea, puede visitar el cercano pueblo de Hershey, sede del Hershey Park y de la fábrica de chocolate de Hershey.

República Dominica se encuentra en las mismas aguas que Cuba y Puerto Rico, y ocupa los dos tercios orientales de la isla que comparte con Haití. Su interior es exuberante, con una mezcla de grutas, casas victorianas con adornos en filigrana y leyendas de piratas, además de sus casi 1,500 kilómetros de costa. Entre sus atractivos de mayor interés destacan la subida en teleférico al monte Isabel de Torres y el deleite de la impresionante Isla Saona. República Dominicana es también un lugar ideal para viajar en familia, cuenta con un clima perfecto y sus precios son asequibles.

Desde Magic Kingdom hasta tratamientos de spa mágicos, Orlando destella con la promesa de la aventura. Pasa un día explorando los famosos parques temáticos de Disney, riendo con los delfines en Sea World o gritando como loco en una montaña rusa de Busch Gardens. Para una tarde con menos adrenalina, admira la tranquila belleza natural del Harry P. Leu Gardens o disfruta de un tratamiento exfoliante de algas en un spa de lujo. Saborea ingredientes frescos y locales en uno de los restaurantes nominados al premio James Beard de Orlando.