Enclavada en un paso entre la sección norte y la sur del bosque de Teutoburg, Bielefeld tiene unos 325.000 habitantes. El castillo Sparrenberg, una de las principales atracciones, data del siglo XIII, como la Altstädter Nicolaikirche (iglesia de San Nicolás) y la Neustädter Marienkirche (iglesia de Santa María). La ciudad también figura en la Conspiración de Bielefeld, un chiste alemán en internet que asegura que la ciudad en realidad no existe, sino que se trata de una conspiración del gobierno o de alienígenas.

Una dependencia de la Corona británica, la soleada (bueno, en términos generales) isla de Guernsey tiene inviernos templados y meses cálidos en verano. Desde hacer coasteering, andar en kayak, practicar windsurf hasta saborear exquisiteces, todos los amantes de la vida al aire libre quedarán encantados al recorrer esta preciosa Isla del Canal. Además de tener una excelente base para salidas de pesca y pesca con carrete, Guernsey también tiene mucho para ver y hacer en tierra firme. Explora los sitios neolíticos, la estoica Castle Cornet y las tumbas antiguas, como Le Creux es Faies, que alguna vez se creyó que era la puerta a un mágico país de hadas.

Rastros del pasado industrial de Preston pueden verse en su histórico distrito Docklands y en su ferrocarril de tren a vapor, mientras que el centro de la ciudad mezcla lo viejo con lo nuevo, con centros comerciales con fachada de vidrio rodeados de elegantes casas adosadas georgianas.

Aunque antiguamente se la conocía por el humo, el tráfico y las edificaciones de mal gusto, Atenas es ahora una ciudad reformada gracias a la riqueza que generaron los Juegos Olímpicos de Verano de 2004. Calles y parques limpios, un metro ultramoderno, nuevas autopistas, un aeropuerto accesible y todas las indicaciones en un perfecto inglés han hecho de esta ciudad un lugar donde resulta fácil moverse. Digna merecedora de ser algo más que una simple escala en la ruta hacia las islas, Atenas cuenta entre sus selectos emplazamientos con algunos de los pilares sobre los que se funda la historia de Occidente, desde la Acrópolis al templo de Zeus Olímpico, pasando por los tesoros del Museo Arqueológico Nacional.

Los museos de Lisboa celebran la riqueza de la historia y la cultura de esta ciudad capital portuguesa. El Museo Marítimo es perfecto para los niños (¡y los adultos!) que gustan de las cosas náuticas, mientras que la Casa-Museu Dr. Anastácio Gonçalves es una gema oculta de coloridas obras de arte. Para apreciar completamente la espectacular arquitectura en piedra de la ciudad, puedes hacer un tour guiado a pie o personalizar tu propio tour, asegurándote de visitar Padrao dos Descobrimentos, el Mosteiro dos Jeronimos y la Torre de Belem, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

Montreal, c’est si bon! Esta ciudad de habla francesa se considera la capital cultural de Canadá y es una celebración cosmopolita del estilo de Quebec. Un paseo en carruaje tirado por caballos recorriendo las calles de piedra y los importantes edificios de Vieux-Montreal te hará sentir un poco el sabor europeo. La Basílica de Notre-Dame es una creación de vitrales, y el distrito Plateau Mont-Royal te va a deleitar con sus singulares boutiques y cafés. Zambúllete en un plato enorme de poutine y llénate de energía para un tour por el épico Olympic Park.