Siendo el punto de inicio para los ferris que se dirigen a las islas Hébridas, el pueblo portuario de Oban ofrece un pintoresco paisaje junto a la bahía. Vale la pena tomar un barco más tarde para aprovechar la majestuosa arquitectura victoriana del pueblo, la gran cantidad de restaurantes de mariscos y los excelentes pubs.

Pasa por delante de los castillos, los lagos, las vacas peludas y el brezo de los románticos Highlands escoceses en bicicleta de montaña o caminando. Disfruta de la belleza del país mientras te diriges trotando a caballo al norte por el West Highland Way desde Glasgow hasta Fort William, o explora el primer parque nacional de país: Loch Lomond and the Trossachs.

Esta pequeña ciudad escocesa es perfecta para explorar la región a pie. Los viajeros pueden partir del hermoso río Ness para llegar al histórico castillo de Inverness y la catedral de St. Andrews. Desde aquí, se puede continuar el camino para disfrutar de los eventos que se organizan en el teatro de artes escénicas Eden Court o visitar el concurrido Mercado Victoriano. Esta localidad también supone el punto de partida ideal para explorar las Tierras Altas. Desde ella, tras un corto trayecto en coche, se puede contemplar el misterioso lago Ness (hogar de la mítica criatura Nessie), recorrer los parajes donde se desarrolló la batalla de Culloden y visitar el asentamiento funerario Clava Cairns de la Edad de Bronce.

La mayor ciudad de Escocia es una urbe cordial y bulliciosa con imponentes edificios del siglo XIX, una animada vida teatral, la escena musical alternativa más conocida fuera de los Estados Unidos y bares cuya gama abarca desde lo más cool hasta lo más tradicional. La red de autobuses y de metro de la ciudad facilita su visita. No se pierda el museo de arte de Kelvingrove, la necrópolis victoriana o la exquisitez local, sorprendentemente deliciosa: la “pizza frita”. Glasgow es la puerta de entrada a las Highlands y a las islas.

Enclavada en el pintoresco Lago de Constanza (o como se dice en alemán Bodensee), Konstanz lleva siendo ciudad como tal desde el siglo uno DC, para después ganar relevancia como centro religioso y sede del único puente que cruza el río Rin. El casco antiguo, que es una de las principales atracciones de Konstanz, alberga la famosa catedral de la ciudad, que data originalmente del siglo VII. Debido a un problema fronterizo, Konstanz está enclavada en una masa de tierra suiza, estando muy próxima a ella la ciudad suiza de Kreuzlingen.

La tranquila Elounda, a un mundo de distancia de la bulliciosa capital de Creta, cuenta con pueblos de pescadores, islas deshabitadas y bahías tranquilas. Esta ciudad en expansión tiene mucho por ver, desde lujosos complejos turísticos y reservas naturales hasta una fortaleza y una antigua colonia de leprosos.