Como local, tienes algunas desventajas cuando visitas lugares que suelen ser visitados por extranjeros, como todo lo que hay en la Zona Hotelera.
Fuimos a festejar el cumpleaños de un familiar nuestro, un miércoles cualquiera, a las 4:30pm. Al lado de nosotros había un extranjero...proveniente de Chile que, a pesar de no venir acompañado, estaba haciendo más ruido que la mesa con más comensales de todo el restaurante. Tanto la hostess como los meseros del lugar iban frecuentemente a su mesa a platicar con él y a ofrecerle más alcohol. Ambos gestos incrementaban el problema del ruido poco a poco...
Solicitamos a un mesero que llamara al capitán para hacerle saber el exceso de ruido que estaba haciendo el sujeto, a lo que el capitán nos dijo que "no había nada que pudiera hacer. Que él estaba en su derecho de hacer cuanto ruido quisiera" y que por favor no lo pusiéramos entre la espada y la pared. A su falta de acción, uno de nosotros decidió acercarse con el sujeto a pedirle amablemente que bajara el volumen de su voz, a lo que él respondió que estaba hablando con su familia por videollamada y que lo entendiéramos. Procedió a insultarnos, en el mismo volumen, durante la videollamada con su familia. Tratamos de ignorar su voz a pesar de sus insultos que, aunque no dirigidos directamente hacia nosotros, sí eran hacia nosotros. Refiriéndose a nosotros como "pendejos", entre otras groserías.
Terminando su llamada, el sujeto se paró a nuestra mesa, con sus respectivas copas encima, y le pidió a la persona que le había pedido que bajara el volumen que se parara de la mesa para que "tuvieran una charla". Todos le empezamos a pedir que nos dejara en paz y que se fuera de la mesa. El insistía en tener la conversación. Incluso nos decía a los demás de la mesa que no nos metiéramos. "Esto es entre él y yo", nos decía. Se acercaron unos meseros para pedirle al sujeto que regresara a su mesa.
Finalmente se acercó el dichoso gerente del restaurante para llamarnos la atención a nosotros por haberle pedido al señor que bajara el volumen de su voz. Diciendo que él no iba a tolerar ese tipo de groserías en el restaurante. El gerente no paraba de recalcar que él sujeto "era un extranjero". Como si cambiara el valor de la persona por no ser de aquí...
Le explicamos lo que había sucedido. Nos dijo que él estaba en su derecho de hacer ruido. Le dijimos que obviamente entendíamos que las personas están en su derecho de hacer ruido, pero que ese ruido era excesivo. El sujeto estaba a un decibel de que su discurso se considerara un grito. Preguntamos si no había un código de conducta o algo básico que estipulara ese tipo de cosas. Dijo que no. Le preguntamos que qué pasaría si nosotros lleváramos una bocina personal y pusiéramos música en nuestra mesa al mismo volumen, "¿no nos dirían nada?". El gerente no nos supo contestar. Desvió la pregunta varias veces. Insistimos preguntamos lo mismo dos veces más. Nos dejó hablando SOLOS en la mesa. Con las palabras en la boca. Vaya gerente...
Habían muchas maneras de manejar la situación. Una de ellas era pedirnos una disculpa (a ambas partes) y ofrecernos otra mesa. Y así no quedar "en jaque" por tomar preferencias. Pero no. Se fue por el lado grosero y despectivo hacia el local.
Desconozco el monto de la cuenta del extranjero, pero a juzgar por los Blue Labels que no paraban de llegar a su mesa, asumo que era bastante alta. Al menos, mucho alta que la nuestra. Por lo cuál, me hace sentido la evidente preferencia hacia él.
Como local, no solo no volveré a ese lugar, sino que me aseguraré de compartir esta experiencia con todos los locales que pueda.Más