El viaje de ida, una pesadilla, el nivel de suciedad del avión era antihigiénico, a parte de que el espacio no es para gente con sobrepeso, gracias a Dios tuve suerte y me tocó una chica delgada al lado, que no tenía sitio ni para echar una cabezada. Si enseñaran a los pilotos a aterrizar con suavidad, en vez de convertir el avión en un puesto de mercadillo mejor irían las cosas. Por cierto, siendo el primer vuelo de la mañana a Barcelona, tuvimos una hora y media de retraso.
La vuelta mejor, habían limpiado superficielmente el avión, y sin retraso. Eso sí, el aterrizaje dio el mismo miedito. No media seguridad