El parador esta emplazado en el aserradero de la forestal Rusffin, formaba parte del complejo pero luego lo adecuaron para recibir visitas. El entorno no es muy bonito, ya que es parte del aserradero, sin embargo en su parte posterior parte el bosque, lo cual resulta reconfortante para salir a caminar (aunque no hay senderos trazados). Las habitaciones son sencillas, limpias, pero con muy mala aislacion acustica (se escucha todo lo que pasa en las habitaciones contiguas), el personal es amable y dispuestos a ayudar. Ofrecen almuerzo y cena, pero solo en los horarios propios del casino del aserradero, ya que se otorga el mismo menu, en el casino que utilizan los trabajadores. Lo mas hermoso fue ver unos zorros que viven en el recinto, que al parecer son alimentados por los trabajadores, porque permanecen durante el dia y la noche en las inmediaciones.
Es un lugar para parar a descansar, porque efectivamente en el sector no hay nada más donde poder pasar la noche.