Un restaurante, en donde comer se convierte en una vuelta a la tradición más absoluta.
Un vino, un aperitivo, pero que aperitivos...sopa castellana, arroz, espumas de calabacin...no sigo, pero ya van adelantando lo que nos vamos a comer.
Las croquetas, pedimos una mixta de cecina y queso, cremosas, con un crujiente rebozado son un escandalo. Habitas baby con espinaca frita y una reduccion al pedro ximenez?no sé, pero para repetir y repetir, y por último un arroz con se reto y una fideua, que no solo estaban en su punto, si no que que estaban llenas de un rico sabor. El buen rollo, la música, la buena atención y lo bien que ponen las copas, hicieron del domingo un pre-lunes lleno de buen rollo.