Estuvimos alojados cinco noches recientemente y resultó todo un acierto la elección de este coqueto hotel florentino.
La ubicación es perfecta, cerca de la estación de trenes y dentro del perímetro turístico, a menos de 500 metros de algunas de las principales atracciones turísticas.
El edificio es bastante antiguo, restaurado, amueblado y decorado con mucho gusto; muy bien cuidado y muy limpio. Lo mismo se puede decir de las habitaciones que son amplias, silenciosas y equipadas con calefacción central. La calidad del sueño es excelente.
Entre los aspectos mejorables está el desayuno, que aunque tiene una pastelería de confitería, también es cierto que es escasa y no la reponen (sobre las 9 de la mañana ya no queda nada). El "extracto" de zumo de naranja es pésimo.
Atención muy agradable.
Relación precio-calidad inmejorable.