Fuimos buscando un sitio con una propuesta original y rica, y de hecho sale como el nº1 de Mérida... nada más lejos.
Reservamos a las 20:30 que es cuando abría y tenía el cartel de cerrado puesto, pero dentro había una camarera que nos veía y no hacía nada. La hicimos gestos y nada. Finalmente se acercó y nos dijo que no entendía porque no entrábamos aunque se rió porque no se había dado cuenta de que se habían olvidado de girar el cartel de abierto.. Empezamos ya mal..
Pedimos:
Un hummus, normalito. No tenía mucho sabor pero tampoco nada del otro mundo. Falto de especias.
Esferas de arroz negro. Tal y como suena, son bolas de arroz. Lo mejor que comimos. La crema de piquillo estaba bien.
Lágrimas de solomillo rebozadas. En vez de pollo, eran de cerdo. Un poco raro, no estaba mal pero tuvimos que devolverlo para que lo hicieran más porque estaba un poco crudo.
Noodles. No estaban mal, sin más.
En resumen, bastante pobre experiencia. La comida no era muy buena y poco original, y de precio tampoco está especialmente bien. Comparado con Madrid si que está mejor en general. Pero el día antes cenamos en otro sitio en Mérida por menos dinero y mucho mejor de calidad y variedad.
El servicio fue decepcionante también. Además del momento de la llegada, tuvimos que preguntar por las sugerencias (que lo indica en la carta) pero no nos lo dijo. Y también tuvimos que llamar en voz alta varias veces a la camarera, porque no nos veía desde la barra y estábamos solos en el restaurante. Al principio no contestaba tampoco, hasta que la oímos decir "ahora voy"..
No lo recomendaría...