Tras 10 días de estar en ellos.
Lo bueno, es céntrico, las habitaciones y mobiliario son bastante nuevos y el personal es amable.
Lo malo, si eres de sueño ligero paredes de papel, dependes de los inquilinos de al lado y los vecinos de arriba, que los fines de semana lo mismo escuchan música hasta las tantas, que andan con zapatos de tacón, o fornican con tal fuerza y dedicación que te hacen sentir en el más tórrido de los nightclubs de Vilna.
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