Siempre que voy a Puerto Montt elijo este lugar.
La atenciòn , limpieza (muy importante para mì) y la calidez del lugar no me hacen dudar a la hora de elegir alojamiento.
Su anfitriona, la señora Eliana, nos ofrece su casa y nos hace sentir como si estuvièramos en la nuestra.
El desayuno, todo casero, es riquìsimo y muy abundante.
Ademàs al estar en una casa de familia, uno siente que està conviviendo con las personas del lugar y puede conocer de primera mano parte de la vida y la cultura chilena, no desde una perspectiva turìstica, como uno lo hace si se hospeda en un hotel estándar (son todos màs o menos iguales en cualquier parte del mundo).
Esta visita fui con amigos y todos quedaron encantados.
Recomiendo este lugar a quien busque un lugar donde la calidad y el precio son imbatibles.
.