Un lugar para disfrutar de la naturaleza, desconectarte de todo ruido, con vistas privilegiadas hacia los volcanes y la cordillera de la costa.
Unas cabañas acogedoras y amplias, decoradas con mucho cuidado y detalles delicados.
Un spa increíble, todo en maderas nativas, que invita a la relajación absoluta. Recomendable el sauna exterior, tipo casita de muñecas.
Los dueños siempre presentes, tratando de hacer de nuestras vacaciones una experiencia inolvidable. No olvidar probar los kuchenes de Maria Eugenia y los asados de Roberto.
En resumen, 100% recomendable.