Este pequeño hotel o lodge, que se anuncia como boutique, lo tiene todo. Está en un lugar rodeado de naturaleza con hermosas vistas hacia los volcanes Osorno y Puntiagudo por un lado y al lago por el otro. Cerca de veredas para caminar y a poca distancia en auto de un parque nacional.
Además, la habitación es amplia, de decoración minimalista, con espacio para la maleta, un baño funcional con toques modernos y dos sillas para gozar de la vista. Cama, sábanas y almohadas perfectas para un buen descanso. Y el silencio.
El dueño, Michael, es chef y prepara muy sabrosos platillos para la cena, nos gustó todo lo que probamos: trucha con roquefort, la carne “angus negra” y el ciervo. El desayuno es vasto, Audrey prepara en el momento huevos al gusto y café de cafetera: expresso, capuchino, etc.
Tienen decente oferta de vinos, pero si uno lleva su botella el costo del descorche es bastante elevado.
Muy buen servicio y atención.