Al tratar de pagar para retirarnos al haber recién probado las cosas, ambas trabajadoras nos ignoraban y seguían haciendo como que estaban ocupadas. Luego uno de nosotros se tuvo que poner de pie para llevar al mesón el helado en mal estado, nos ofrecieron cambiar a otro sabor, pero sólo queríamos pagar e irnos a cualquier otro local.
Luego esta mujer muy acelerada y ahora prepotente, se acerca a la mesa y se coloca a hablar en modo monólogo, porque hablaba y se respondía sola, no nos dejaba decir nada y finalizando su discurso dijo que ella invitaba esta comida, siendo que sólo llegamos a probar las cosas y las dejamos ahí mismo.
A palabras de la mujer desordenada que nos atendió, era la encargada del café. Una atención deficiente, ya que se tomaba demasiada confianza al hablar con los clientes, usando un lenguaje inculto informal que no agrada para nada y menos de alguien que se ve muy acelerada para hacer todo. El local vacío y ella muy acelerada.
Los cafés espressos no se prepararon de forma correcta (y eso que no tiene ninguna ciencia). Además se notaba que usaban agua de la llave y no de bidón, como se debe utilizar en cafeteras, lo notamos por el sabor y por lo turbio del café claro que nos llegó (claramente prepararon en un envase y luego lo pasaron a unos vasos, que nunca debieron haber sido servidos ahí).
El Brownie se notaba que tenía varios días, por su sabor, debería haber estado en la basura y no en el plato de un cliente.
La porción de helado tenía durezas y un mal sabor.
La trufa estaba deliciosa.
En general, una horrible experiencia.
Ha caído muchísimo la calidad de este café y me atrevo a decir que es por esa misma mujer y su desorden.