Hartos de la mala calidad de la comida en Mandalay, decidimos probar este sitio con la esperanza de no ponernos malos del estómago cómo nos había pasado previamente en varios sitios. Nada más entrar se nota la primera gran diferencia respecto a otros locales, el aire acondicionado. Así mismo, un salón decorado con gusto. Pedimos curry de ternera (exquisito), curry de gambas (regular), samosas (exquisitas) y ensalada verde (exquisita) y para terminar un café birmano (recomiendo probarlo pues es distinto). Las raciones no son muy grandes, pero todo se compensa cuando empiezan a ponernos aperitivos gratis, y lo mismo con el postre. Quedamos llenos.
El precio es un poco más elevado, pero la calidad es infinitamente mayor que la media. No es dinero pasar de pagar por persona en torno a 4000 k (unos 2,5 euros) a los 7000 k (unos 4 euros) que nos gastamos aquí. No recomiendo comer en sitios malos o puestos de la calle en Myanmar.