El hotel es perfecto. Es precioso y está a medio camino entre Puerto Natales y Puerto Bories, por lo que se puede ir caminando a ambos. La habitación era enorme y perfecta, con decoración simple pero cálida; las cortinas efectivamente oscurecen la habitación y se puede descansar bien; el baño es amplio y bonito, hasta con vista al mar. Los pasillos, restaurante y salones tienen doble o triple altura (como las habitaciones) y la decoración es de excelente gusto en cuanto a colores y materiales (cerámica, canastos, lana). El spa me gustó mucho, incluyendo el masaje que tomé. Las personas que trabajan en este hotel son jóvenes muy alegres y entusiastas, realmente cálidos, que impregnan su motivación. Tomé un tour y el guía es el mejor guía que he tenido en mi vida, absolutamente educado y culto. El restaurant es precioso, rico, novedoso y no muy caro.