Nos sorprendió gratamente este maravilloso restaurante, desde la llegada se puede percibir el cuidado y el detalle del lugar. La atención es cálida y muy amable, el espacio es moderno, y con una arquitectura que refleja su esencia. La decoración, la iluminación y los detalles simples pero elegantes brindan una atmosfera que va disponiendo de manera precisa para la experiencia gastronómica. Como entrada probamos el Tataki de res (cortes de filete de res sellado) con salsa Yakiniku y el Saba no Misoni (filete de Saba del pacífico) marinado y cocinado con salsa Miso, ambas entradas preparadas con maestría, de sabores balanceados y muy bien logrados, con ingredientes de primera categoría y servidos a una temperatura ideal. Como platos fuertes elejimos el Kakuni (plato con cerdo cocinado a fuego lento) con salsa kakuni, y el Oju (plato con anguila marinada al estilo japonés), ambos platos fueron mucho más allá de nuestra expectativa y nos deleitaron, desde su presentación, hasta sus sabores y texturas exquisitas que lograron con cada bocado la sutil sonrisa de un placer sensorial inesperado. Como bebidas disfrutamos de las propuestas de cocteles Sake-ginger y Sake-tini, una forma diferente y refrescante para disfrutar el Sake, que va muy bien con los sabores de cada plato y finalmente como postre helado de Matcha, y una infusión suave de té digestivo.
La carta es muy variada y se puede disfrutar de una experiencia completa. Es en definitiva, el mejor restaurante de cocina tradicional japonesa de Medellín, y un lugar ideal para las personas que deseen una experiencia genuina, preparada de manera tradicional por manos japonesas (la chef es una mujer japonesa encantadora radicada en la ciudad), con ingredientes auténticos y servida de forma impecable. 10/10.