Nos encantó el lugar, a pasos de la Muralla de Colonia del Sacramento.
Tranquilidad, música suave, que permite escucharse y conversar. El personal siempre atento, nos asesoró sobre los platos.
Nos recibieron con tostaditas con humus de garbanzos, con aceite de oliva del lugar, y focaccia y pan recién horneado, además de una alioli, todo de cortesía. Cada producto más delicioso que el otro.
De entrada compartimos croquetas de jamón crudo, y una tortilla, que estaban espectaculares.
Milanesa de ternera con puré de papas, y papines al horno con manteca fue el.principal que elegimos, súper gustoso. Acompañamos la cena con una limonada natural, muy agradable, con la acidez justa.
De postre, Brownie con helado, la tradicional Tarta de Santiago, hecha con harina de almendras, Flan casero, y Tarta de queso de la casa, cuatro manjares.
Por último un café de Honduras, como btoche de oro de una cena espectacular.
Los precios acordes.
Un lugar muy recomendable, volveremos sin duda!!