Este hotel es un gran ejemplo del juego entre la expectativa y la realidad. Pensaba, por las fotos, que llegaría a una casa patronal renovada en medio de una hacienda, pero es en realidad un edificio hecho para simular una vivienda antigua ubicada en plena carretera hacia Santa Cruz. No puedo disimular que al comienzo me sentí engañada. Pero al poco tiempo me di cuenta que aunque no era lo que esperaba, el hotel era muy agradable. La habitación era grande, limpia, decorada en forma sobria y tenia una linda vista a un patio central. La cama resultó muy cómoda y grande (con sabanas blancas impecables), el baño, moderno, y la calefacción, a pesar del frio, funcionaba perfectamente. El desayuno, servido en nuestra mesa, por las medidas Covid, lo encontrarnos muy rico y contundente. Al otro día nos fuimos comprendiendo que a veces es bueno cuando la vida te sorprende. Lo recomiendo mucho para aquellos que desean un lugar para recuperar fuerzas (por trabajo o por ser una parada en el viaje) y menos para aquellos que buscan un lugar para turistear.