Hotel encantador con construcciones que asemejan (no lo son) antiguas casas de la zona. Preciosas vistas a viñedos y cordillera desde habitación (doble superior), así como desde una gran pradera y desde la piscina. Todo en el hotel invita al sosiego y disfrute. La materialidad de las instalaciones o habitaciones no es de lujo, pero son de sobrada comodidad. Nuestra habitación era muy amplia (aunque mal insonorizada, mal endémico en hoteles de muchos países). El personal es encantador y eficaz: desde la recepción al desayuno o la limpieza. Los huéspedes con quienes coincidimos demostraron una educación exquisita. El baño estaba renovado, lo que se agradecía, aunque el agua caliente tardaba en llegar. A pocos minutos del pueblo y de algunas bodegas (muy barato con Uber).
Sólo dos peros. Uno es el ruido que llegaba desde la carretera; se agradecería que instalaran algunas vallas anti-ruido. El otro es el absurdo sistema de cierre de la puerta de la terraza (¡agradabilísima, por lo demás!): necesita instrucciones (!!!) y además tiende a desajustarse con facilidad.