Este fin de semana pasé una noche en este hotel. Esta justo frente a la plaza, lo que permite recorrer cómodamente los alrededores y volver cuando quieras. El problema de la ubicación es el ruido de campanas de la iglesia, bocinas de bomberos y del puerto, que te despiertan temprano.
La decoración del lobby y los pasillos es bonita e interesante, con objetos artesanales y pinturas de la vida de Chiloé. Las habitaciones son rústicas. Estuvimos en una de tres camas, dividida en dos habitaciones con baño. Está bien para una estadía breve. Hay televisión, ventilador y Wi-Fi gratuito. El personal es MUY amable y el dueño nos hizo un descuento por ser jóvenes.
Por otro lado, la habitación era un poco calurosa, por lo que había que poner el ventilador, que era de esos de pie y estaba sin protección, lo que es bastante peligroso, así que nos mantuvimos alejadas de él.
El baño contaba con lo necesario, pero me parece que la cañería del agua caliente estaba tapada, porque primero tardó en entibiarse el agua y luego comenzó a hacer ese ruido como de explosiones y saltaba la ducha.
Siendo sábado, en Ancud todo cerró temprano y queríamos tomar un té. No fue posible conseguirlo en el hotel y tuvimos que salir a las 10 de la noche para encontrar solo café en un Pronto, una botillería abierta y el restaurant del hotel (que no da té para llevar). Se nota que después del 28 de febrero la ciudad se calma... demasiado.
Yo recomendaría a la administración del hotel incluir en las habitaciones o en el comedor hervidores de cortesía, sería lindo.