Fue un placer absoluto alojarme en el Palafito Emilio y Esther. Me faltó tiempo para explorar más de Chiloé y sumergirme en su cultura, pero en el breve período que estuve allí, disfruté de la cálida compañía de Nanny y Henry. Ellos, sin duda, te hacen sentir como en casa.
El palafito es algo salido de un cuento de hadas o una película, con vistas que podrían considerarse paradisíacas. Cada ventana parece una postal. Mi parte favorita fue la tranquilidad que se experimenta, al punto de sentir el suave danzar del palafito con el movimiento de la marea. Me voy llevando conmigo tres "C": recuerdos llenos de curanto, cordero y cariño.