Al llegar al portón de la posada, notas de inmediato que no se trata de nada convencional y es así como se debe entender desde el momento que se hace la pre reserva. Es un concepto y enfoque distinto, enmarcado en un piedemonte costero de vegetación variada de especies ornamentales y frutales, donde todo aquel que encuentra lo que buscaba para su alojamiento, inicia un proceso muy interesante de desprendimiento de nuestra cotidianidad citadina. El primer impacto, aún sabiéndolo y aceptado, es saberse desconectado de la red móvil celular. Particularmente y por razones laborales, nosotros no podemos estar sin conexión, pero en conocimiento de esto, advertimos en nuestras familias y trabajos, que así sería. En todo caso, camino a Chuspa (5 mins), se tiene cobertura de todas las telefónicas. En fin, en vez de ser un problema, es algo así como una desconexión "controlable", que no deja de ser terapéutica. Nos recibió Diego, que es el nieto de Tata y de Marcos, los regentes de la posada. Nos indicó la cabaña que nos habían asignado (decorada con globos y colgantes alusivos al cumpleaños que celebrábamos). Diego, con tan solo 15 años, es un guía turístico dedicado a lo que hace, conocedor de los lugares y de la seguridad necesaria y conocido por muchos en la localidad. Elegimos el paseo corto (Río Dos Puertas, degustación de dulces, Pozo El Cura), y de verdad que disfrutamos a plenitud. Al retornar, conocimos a Tata y a Marcos, con quienes tuvimos una amena charla, sintiéndonos siempre atendidos en todos nuestros requerimientos. Los desayunos y cenas, son preparados por Tata con el cariño que tiene la cocina para amigos y familia. Detalle enorme, es la compañía ofrecida por ellos durante las comidas, donde comparten mesa con los visitantes de la posada. Las cabañas de concepto abierto, sin paredes, enmarcadas en la naturaleza, con pozo privado, con detalles propios de reciclaje y reuso de detalles que las adornan, la regadera al aire libre con agua fresca, entre plantas que la enmarcan, van poco a poco, sin prisa pero sin pausa, ganándote a la propuesta que ofrece La Fuente. Está incluído en el precio, un Full Day en la playa El Banquito, con brazalete identificativo para el peñero ida y vueta, y el almuerzo en la playa. Hay una sala abierta repleta de curiosidades, libros, fotos y antigüedades, para el disfrute de aquellos que valoran el curado de los mismos. En esa misma sala, hay televisión. Son una familia amena, atenta y cariñosa, de divertida conversación, con chance de reir, conocer y reflexionar sobre aspectos que a veces no consideramos en nuestro día a día. Es una posada levantada a pulmón y corazón de sus dueños, bajo un concepto distinto que une lo ecléctico, las tres R (reduce, reusa y recicla) y lo ecológico, en un marco natural único de nuestra Región Central. No hay agua caliente, porque no la requieres; no hay aire acondicionado, porque no lo requieres; no hay WiFi, porque no fuiste a eso... Y sí, hay normas básicas de convivencia, reina el respeto a la privacidad, a la calma, al disfrute y a la conexión con la naturaleza que tanto requerimos. Es un lugar, más para adultos que para adolescentes, sin embargo, si estos últimos son aventureros, dados a la naturaleza y saben convivir con otros huéspedes, seguro que también les gustará. La seguridad está muy buena y nuestro carro en la puerta de la cabaña, además que el perro Piru, alertará de cualquier intruso. Lo único que nos desagradó fue tener que irnos a Caracas, pero con las ganas de volver pronto a La Fuente. En fin, llegamos a la casa de playa de unos amigos que no sabíamos que teníamos.