12000 pesos la noche en habitación individual, buen recibimiento y habitación pequeña pero cómoda, buen descanso para una siesta o para cocinar pronto para el bus madrugador al sur, perfecta si te quedas un día colgado de camino a Puyuhuapi o a Coyhaique
Llegamos por recomendaciones de unos vecinos. Buscabamos un lugar agradable y donde dejar la moto en la que viajabamos mi señora y yo. Esa tarde llovia. El lugar acogedor, buen ambiente, buen anfitrión su administrador. Nos alojó en una habitación matrimonial con buena blanqueria. Si bien, el baño compartido, con impecable limpieza. Agua caliente. Wi-Fi. Y una cocina pulcra con los elementos a disposición. Compartimos comida, vino y amigable charla con huéspedes y administrador. Regresaría sin dudar.
Llegué solo y el hostal estaba vacío por la época. Nuy buen lugar, cómodo, acogedor y con todo lo que se necesite. El chico que lo administra es bastante amable también. El precio es bastante accesible para lo que se ofrece.
Estábamos de pasada por La Junta y fuimos a parar a este hotel familiar. No sólo no convenció el precio y el sitio, si no también la amabilidad del chico que nos atendió. Pudimos escoger qué habitación queríamos, pudimos cocinar y disfrutar de la tranquilidad del lugar. Dormimos rebien, y pudimos agarrar fuerzas para el día siguiente. Sin duda, volvería sin pensarlo.
Consejo: date tiempo para admirar todos y cada uno de los rincones, porqué en cada esquina y en cada pared tienes cantidad de detalles y objetos lindos que no te puedes perder!
Es un lugar súper cómodo y acogedor. Existen distintas alternativas de habitaciones, todas limpias y cómodas. El baño súper limpio, con agua caliente todo el tiempo. La cocina está disponible siempre. El desayuno es opcional y vale la pena. Los lugares comunes son muy agradables y muy bien decorados. El hostal es atendido por Eduardo, su dueño. Es un tipo muy simpático, cordial y amable, además ayuda entregando información muy practica para el viaje.
Es un lugar para volver en un próximo viaje.
