Restaurante bien situado, a medio camino entre Freire y Villarrica, con amplio estacionamiento delante, con terraza donde da el sol, construido en madera lo que da mucha calidez...
Pero está vacío. Y en consecuencia no tienen muchas de las cosas apuntadas no ya en la carta, si no incluso en una pizarra. No hacen Pisco Sour, la cerveza es de una única marca y tipo.
La comida es muy familiar, unos huevos fritos naturales con papas fritas siempre se agradecen cuando hay hambre, pero en este caso estaban excelentes.
La hamburguesa estaba buena tambien, aunque se hubiese agradecido la opcion de un poco de cebolla caramelizada encima... de hecho comí una hamburguesa por un lado, dos huevos fritos por el otro, y unas papas fritas por el tercero... con lo buena que podria haber estado una hamburguesa a lo pobre, en donde la sequedad de la carne se hubiese podido ver mitigada por el huevo frito y la cebolla. Bien es verdad que no lo pedí, pero tambien podrían haberlo ofrecido
El servicio, llevado a cabo por la propietaria del local, correcto
Es una lástima, porque con un poquito de esfuerzo podrían llenar todos los dias. Pero asi, tal como está, no invita a regresar (excepto el dia en que haya antojo de huevos fritos)