Gostlina algo apartada del centro pero ideal para comer antes o después de visitar la ciudad. Llegamos a una hora tardía para comer en Eslovenia pero la camarera fue muy amable y no nos puso ningún inconveniente. Fue encantadora y nos explicó toda la carta con mucha paciencia y nos aconsejó que pedir. Nos dejamos guiar totalmente por ella y acertamos de pleno. Pedimos una ensalada para compartir y dos platos de carne, el de mi pareja venia con salsa, puré de patata y empanadillas de trigo sarraceno rellenas de ricotta; en el mío la carne estaba rellena de jamón, queso y espárragos trigueros y venia con una especie de hojaldre de acompañante. El precio fue muy económico y la calidad excelente, raciones muy generosas al estilo esloveno. Muy buen lugar para comer platos caseros del país en un ambiente tranquilo y hogareño.
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