Excelente hotel, mejor restaurante, una belleza escénica excepcional. Felicitaciones por un cuidado a los detalles, a la decoración, y al respeto por el paisaje con cabañas que serpetean en la ladera del cerro.
Lo que no es sofisticado es que la Escuela Ortiga situada a 2 cuadras al sur del hotel ha decidido, el mismo sábado que tenemos la "suerte" de alojar en plan romántico mirando las estrellas, albergar una fiesta con música ranchera de clubes de fútbol locales con un excelente equipo de amplificación que permite escuchar absolutamente todo (los discursos, las sentidas canciones y los gritos) desde las 9 de la noche y hasta las 5 AM.
Si en Chile hubiera una hotelería con verdadera orientación al cliente en la mañana siguiente el administrador pediría disculpas (aunque no fuera su responsabilidad la mentada fiesta) y no haría como si la noche en vela no hubiera ocurrido, arruinando una noche de descanso y encuentro.