Exquisita comida, tienen que probar los sorrentinos con queso de cabra y aceitunas de la zona, y el panqueque de manzana caramelizada un deleite para el paladar. El ambiente es super acogedor, rodeado de arte , hermosa y pacífica vista, super buena la atención de parte de la dueña y su ayudante. Vale la pena recorrer la distancia!
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