Después de algunos años. He vuelto a este sosegado Hotel Rural. En mi anterior comentario me refería al canto de los gallos, ranas y otros sonidos de aves como la lechuza y algún otro que no reconocí, todos ellos desde la madrugada. En la actualidad la sinfónica ha disminuido considerablemente. Supongo que por ley de vida; unos unos habrán muerto de vejez, otros en la olla, etc. No obstante los que quedan siguen deleitándonos.
El hotel, situado en la atalaya del Valle de Heermigua, con magnificas vistas, hace que el cliente se encuentre lo más placentero posible.
Personal muy atento y agradable. También resaltar el desayuno, suficiente y variado.
- Estacionamiento gratis
- Bar/Salón