Habíamos ido en dos ocasiones con mi marido y fue todo estupendo, buena atención, buena comida. Lamentablemente esta vez no se encontraba el caballero que siempre nos recibía, presumo que puede ser el dueño, y al entrar, saludamos y le preguntamos a una garzona si tenía disponible una mesa para dos. Nos respondió de mala manera que no tenía nada ahí en el sector de las ventanas y que si queríamos nos sentemos ahí, e hizo una seña con la cara, a lo que yo le pregunté dónde, y me dijo mire, ahí tiene mesa, ahí y ahí, donde quiera y se fue para el sector de las ventanas.Jajajajaja, con esa actitud obviamente no nos quedaríamos ni volveremos a ir. Una pena porque nos gustaba mucho ir allá.
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