Six Senses es garantía de calidad. Y de emplazamientos únicos, especialmente seleccionados.
El Six Senses Zighy Bay no defrauda en lo segundo pero si en lo primero. Me explico a continuación.
El escenario es fastuoso; una larga bahía de difícil acceso, tras dos horas y media de 4x4 desde Dubai. Las montañas rojas y descarnadas, sin huella de vegetación se vuelcan sobre el resort componiendo un juego de colores, azul (mar) verde (el lodge) rojo ocre (las montañas) y azul de nuevo (el cielo) insuperable.
La construcción de las villas semejan casitas de un nacimiento, piedra y cañizo. Muy logradas las beach villas, con salida al mar, mal las pool villas, hundidas y un tanto claustrofóbicas.
Solo al tercer día de nuestra estancia, y amenazando con marcharnos conseguimos un hibrido entre ambas. Entonces si, espléndido.
De actividades se ofrece vuelo en parapente desde la montaña y en ala delta. Hay excursiones de trekking que no hicimos, crucero hasta la península de Musandam, tampoco. Excursiones en bicicleta, probamos la subida al puerto. Las bicis regulares, la subida exigente pero bellísima.
Mal organizada la cena arriba en el puerto. No conseguimos plaza y no ofrecían alternativa de cocktail al anochecer.
Gimnasio regular. Spa que defrauda en la logística, no en el servicio. Buena pista de tenis.
Scuba diving, de nuevo, decepción. Aunque ya se sabe que no va uno a ver la fauna de Maldivas, el problema es que la lancha para llegar a los diving spots, a una hora de recorrido, es incómoda y pequeña. Los diving master, algunos, no todos, no hacían ni la explicación previa de la inmersión. Y buceaban a su aire, repito, no todos.
El snorkeling, está bastante bien, merece la pena.
Servicio, sin queja, calidad marca de la casa.
Hostelería sobresaliente aunque a los precios que acostumbra la cadena. Vinos abundantes y ninguno por debajo de los 60€.
Resumen, por unos 1.000€ diarios, hay mejores opciones de Six Senses. Aunque no en la península arábiga