El restaurante se ubica encima de una pescadería.
En la escala de subida se percibe un olor putrefacto producto del manejo de los deshechos de la pescadería. Aún así seguimos subiendo y afortunadamente el olor se disipó en el segundo piso.
Pedí un caldillo de congrio, a sugerencia del Garzón de que el congrio estaba fresco. Desilusión. El congrio estaba duro , como si hubiese sido cocinado congelado y el caldillo sin sabor a congrio.
Las porciones eran grandes pero la calidad dejó mucho que desear.
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